El ecommerce se consolida como una opción real dentro de las posibles formas de compra para los usuarios españoles. Según un estudio reciente de IAB Spain, en España compran de forma online más de 19 millones de usuarios. El ecommerce ya no es cosa únicamente de los jóvenes; millennials, generación z y babyboomers compran cada vez más por internet. Y esto, claramente, tiene un gran impacto en el comercio físico o local.
El auge de las compras por internet ha hecho que retailers de todo tipo busquen nuevas vías para rentabilizar sus tiendas físicas: alquiler, comerciales o vendedores, suministros, limpieza, seguridad... A día de hoy, el porcentaje de ventas online aspira a superar los ingresos generados por los establecimientos a pie de calle. Esto, en sectores como el de moda o tecnología, significa tener que dotar a las tiendas de una experiencia de compra diferente para los potenciales clientes.
En este sentido, grandes entidades como Inditex proponen ideas innovadoras basadas en la utilización del espacio físico como una especie de showroom, un muestrario de todo aquello que se puede comprar en su tienda online. Otros, sin embargo, han apostado por diferenciar mediante una experiencia personalizada, cercana y exquisita la compra directa en tienda; quizás, una propuesta más adaptable al comercio de lujo.
El concepto de showroom ahora se ve potenciado por el gran avance tecnológico que permite hacer de una tienda un lugar en el que disfrutar de una experiencia de compra completamente diferente. La tienda del futuro no se imagina sin beacons, probadores virtuales y fichas de producto completas accesibles desde el propio establecimiento.
Siguiendo la línea del ejemplo de Inditex, su marca insignia, Zara, ya ha comenzado a poner en marcha toda esta innovadora tecnología para poner a disposición de sus potenciales clientes una experiencia única. La última tienda de Zara en Londres ya trabaja bajo los parámetros de un exclusivo showroom.
A la zaga de esta idea, también surgen nuevas ideas de negocio como los propios establecimientos de muestra en los que no es posible comprar nada directamente. En este tipo de comercios tan solo se puede mirar, probar y comparar, pero no adquirir el producto. El objetivo es que el usuario haga su compra online y lo reciba donde y cuando lo desee.
La digitalización del comercio
Paralela al desarrollo de la tecnología que permita construir una simbiosis con sentido entre el comercio físico y el ecommerce, la gran preocupación del pequeño comercio por su transformación digital hace que se planteen distintas disyuntivas con respecto a su papel ante este nuevo paradigma.
La nueva forma de comprar ha suscitado desde originales conceptos hasta determinadas propuestas regulatorias para sancionar la compra y devolución online. No obstante, la confianza de los vendedores radica en la diferenciación del pequeño comercio. En los últimos años hemos podido asistir al distópico crecimiento de negocios pequeños, cercanos, especializados, sobre todo, en labores artesanales, junto al crecimiento del propio ecommerce.
Lo destacable de esta nueva situación es el gran abanico de posibilidades que se abre ante cada vendedor. Ahora el desafío se encuentra en tomar las decisiones correctas, y en esta parte es la propia experiencia y la de los competidores la que dictará las mejores opciones a seguir.
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